En
nuestra vida cotidiana nos encontramos permanentemente en la necesidad de tomar
decisiones. Las decisiones que tomamos pueden ser muy sencillas -como
decidir levantarnos de la cama inmediatamente al despertarnos o quedarnos unos
minutos más-, y otras trascendentales, -como cambiar de empleo, o mudarnos de
país-.
Cada vez que tomamos una decisión, se
activan en nuestro interior múltiples asociaciones entre pensamientos,
emociones y recuerdos, y aunque esto ocurre muchas veces sin darnos cuenta, nos
orientan hacia un resultado. Estas asociaciones se han aprendido a lo largo de
nuestra experiencia de vida, y la mayoría de ellas tienen base en la infancia.
Aprender
a tomar decisiones es también un elemento fundamental a la hora de resolver
problemas. Cuando sabemos tomar decisiones, la resolución de problemas se puede
realizar en forma más distendida.
Comparto con ustedes 7 nociones
básicas para enseñar a los niños a tomar decisiones, y alentarlos a que lo
hagan
Decisiones responsables
- Es importante que los niños vayan teniendo sus propias
experiencias de elegir, para que se "entrenen" en el
proceso, y se familiaricen con las tomas de decisiones acordes a su edad.
Si los adultos decidimos permanentemente por ellos, entonces los estamos
privando de hacer la experiencia.
Así es que, considerando la madurez del niño, y cuál es el nivel de
decisiones que permitiríamos, podemos ofrecerle información al respecto y: que
anticipe una posible consecuencia de una elección, o alentarlo a que pruebe
eligiendo, y experimente por sí mismo el resultado de su elección. La tercera
opción sería observarlo y simplemente permitirle la experiencia. Un ejemplo: un
niño está jugando con un huevo en la cocina, el adulto a cargo podría:
explicarle que la cáscara es dura, pero si se golpea puede romperse y derramar
su interior líquido; con la misma información ofrecerle un recipiente para que
rompa la cáscara; o simplemente dejarlo jugar a riesgo de que rompa el huevo y
experimente la situación.
- Decisiones
autónomas
Resulta fundamental permitir a los
pequeños la independencia a la hora de elegir, y ser consciente de que no
debemos los adultos, reprochar ni rechazar aquellas elecciones que no se
acerquen a las que serían nuestras preferidas, o las que quisiéramos que el
niño tomara. Tomar una decisión autónoma, implica que la misma no se altere por
la opinión de los demás, y para ello, resulta imprescindible que no exista
censura de personas significativas cuando aprendo a decidir. Pues si el niño
teme perder la aprobación o el afecto de quienes son importantes, tenderá a
elegir para complacer a los demás.
Un ejemplo: el niño elige colocarse calcetines rojos, y la madre
considera que los blancos son los que quedarían mejor combinados; podría
entonces el adulto mantenerse neutral al respecto, o mostrar su desaprobación
con palabras o algún gesto de desagrado por la elección del niño.
- Enseñar el
desapego
Resulta de gran importancia ofrecer
esta información a los pequeños, pues muchas veces la parálisis para tomar
decisiones proviene de querer tener "todo", lo cual no es posible.
Cuando elijo, estoy tomando una opción y descartando otras. Este proceso se
torna realmente ágil cuando puedo descartar lo que no elegí sin quedar
pendiente de ello.
Un ejemplo sencillo: Si voy a elegir dos sabores de helado, todos los
demás sabores serán anulados para mi porción.
- Tomar riesgos
Derivado del punto anterior, aparece
el atreverse a tomar riesgos acordes a las decisiones que tomen los niños en un
determinado momento. Si los adultos logramos quedarnos en nuestro lugar
neutral, acompañando sin interferir, el niño o la niña aprenderán a atravesar
el incómodo momento de la elección, y sólo atravesándolo podría ir
acostumbrándose y volverse menos sensible, para entonces fluir mejor a la hora
de elegir.
Un ejemplo: vamos a un nuevo restaurante a almorzar, puede elegirse un
plato clásico y habitual para el niño, o animarlo con el menú para que pruebe
algo que nunca antes ha degustado.
- Evaluar
alternativas dentro de las posibilidades
Una buena manera de apoyar los
procesos de toma de decisiones es responder preguntas que aporten información,
u ofrecer alternativas, dejando siempre en claro que es un punto de vista
personal, y que está dentro de las opciones posibles.
Un ejemplo: "Como el clima se ha puesto frío, debes llevar un
abrigo. Yo creo que cualquiera de estos dos abrigos te quedaría bien, a mí en
lo personal me gusta el color verde."
- Imaginar el
peor escenario posible
A veces se teme tomar una decisión
porque sus consecuencias resultan inciertas. Antes de imaginar cualquier cosa,
ante la duda es preferible pensar:" ¿qué sería lo peor que podría
pasar si elijo esto? " Hacerse internamente la idea de si se
podría o no tolerar ese resultado, disminuye notablemente la tensión para elegir.
Un ejemplo tomado de la introducción a este artículo: "Hace
frío, quiero quedarme un poco más en la cama, aunque ya debería levantarme. Lo
peor que podría pasar es que registren una tardanza en el colegio, y entrar a
la clase cuando ya ha comenzado. No toleraría esa situación vergonzosa. ¡Me
levanto ya!"
- El error es
consecuencia de haber intentado, el éxito también.
El reconocimiento por tomar una
decisión, debe expresarse, independientemente del resultado, pues es frecuente
que el resultado sea incierto. De lo que se trata es de no detener la acción
por temores irracionales, y para ello, atravesar el temor al error
considerándolo un aprendizaje, es un pensamiento siempre favorable.
Un ejemplo: "Elijo llevar dinero para comprar mi almuerzo al
colegio. En el horario del almuerzo hay tanta gente para comprar que cuando me
siento a comer ya es hora de ir a clase. Decido para mañana agregar algo para
comer entre mis elementos personales, y encargar mi almuerzo en forma
anticipada para almorzar tranquilo".
MUJERES GANADORAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario