lunes, 9 de marzo de 2015

Comer a consciencia y relacionarnos mejor con los alimentos

Comer a consciencia y relacionarnos mejor con los alimentos

Si nos dedicamos a saciar nuestros instintos de comer por comer sin tener en cuenta las necesidades de nuestro organismo, estamos cometiendo un grave desacierto contra las leyes de la naturaleza. Por esta razón, nuestro cuerpo se deteriora y se comienza a enfermar cuando no le ofrecemos todos los nutrientes que necesita para su óptimo funcionamiento. Debido a diversos factores (prisas, horarios extenuantes de trabajo fuera de casa, largas distancias entre el sitio de trabajo y el hogar, estrés cotidiano, dificultad para encontrar alimentos frescos, oferta de comidas empacadas y listas para comer, inadecuada información en los medios, etc.) el devenir de nuestra especie ha ido modificando sus hábitos en general, y los de la alimentación también navegan en ese fluctuante océano de dudas, equivocaciones y desaciertos nutricionales.
El niño que aprende a comer de manera saludable tendrá mucho menos enfermedades degenerativas cuando sea adulto. Y al gozar de mayor salud y bienestar reducirá su consumo de medicinas  y hospitalizaciones. Lo mismo ocurre con el adulto mayor que ha llevado una alimentación equilibrada junto al ejercicio físico regular.
Como son muchos los elementos que contienen nuestros alimentos, se agrupan en cuatro clases, para hacer más sencillo su conocimientovitaminasmineralesagua y los nutrientes llamados principios inmediatos, que engloban los hidratos de carbono (azúcares como la fructuosa, sacarosa y lactosa; almidones como pan, cereales, papas, pastas, etc.), proteínas(carnes rojas, pescado, pollo, leche, lentejas u otros granos mezclados con arroz, huevo, quinua, etc.) y grasas o lípidos (aceites vegetales, manteca, etc.). Si nuestro cuerpo tiene carencias, o por el contrario, un exagerado suministro de los nutrientes antes mencionados, empieza a enviar  señales de alarma en forma de síntomas, por desgracia muchas veces inapreciables, urgiendo que se modifique nuestra manera de comer. Si ignoramos los mensajes que nos da nuestro organismo; tanto la carencia de nutrientes, como la sobre in gesta de los mismos, termina facilitando enfermedades como la avitaminosis (déficit) o la obesidad (exceso).
Si nuestra relación con la comida no es equilibrada y armónica, perdemos el disfrute esencial de comer. Cuando la relación lleva mucho tiempo desajustada, es muy fácil olvidarnos de qué es “comer normalmente”.
Te invito a revisar algunas premisas que están presentes cuando tenemos una buena relación con la comida:
1.Experimentas alegría y participas totalmente de la vida cuando no estás comiendo (la comida no debe ser la única fuente regular de placer y satisfacción).
2.No comes sin sentir hambre.
3.Dejas de comer cuando te sientes lleno y eres capaz de dejar comida en el plato.
4.Dejas intervalos de al menos unas horas si no tienes hambre y sin pensar en la comida, intercalados por horas de comer, en las que experimentas hambre y gozas comiendo.
5.Disfrutas comiendo variados tipos de alimentos.
6.Mantienes un peso saludable y regular. Lo notas porque no tienes que estar subiendo o bajando las tallas de tu ropa. No vives obsesionado con la báscula y te pesas sólo de vez en cuando.
7.No vives pensando en comida todo el tiempo, ni contabilizando calorías para decidir si puedes o no permitirte comer algo.
Si no cumples alguno o ninguno de los puntos de la anterior lista, debes saber que no eres el único. Muchos hemos desarrollado malos hábitos debido a las diversas influencias de nuestra vida y el aprendizaje. Por ejemplo, cuando éramos pequeños casi todos experimentábamos una felicidad innata al comer y una consciencia instintiva acerca de cuanto bastaba para sentirnos satisfechos. Eran nuestros padres, en muchas ocasiones, quienes nos ordenaban dejar el plato limpio, así nos sintiéramos bien con pocas cantidades de alimentos. Ellos deseaban que estuviéramos bien alimentados, aunque los resultados no siempre fueron los mejores.
La comida en sí misma es neutra. No es intrínsecamente buena ni mala. Aprendemos lo de comida buena o mala a través de nuestra experiencia. La relación que tenemos con la comida está condicionada por muchas influencias: nuestra familia de origen, la publicidad, nuestros grupos de referencia y nuestra cultura. Para trabajar esos condicionamientos podemos recurrir a nuestra consciencia y no mantener tanto tiempo el piloto automático encendido.
La Doctora Jan Chozen Bays es una médica pediatra y profesora de meditación que lleva más de veinte años enseñando a comer atentos y nos presenta seis directrices para comer atentos que vale la pena que tengamos en cuenta, si deseamos mantener una relación sana y equilibrada con la alimentación.
1.Come pausadamente: evita el temido: “engullir, tragar y marcharse”. Es importante disminuir esa tendencia de comer en cualquier parte y a las carreras porque tenemos cosas importantes que “supuestamente” no dan espera.  Comer es un acto significativo y requiere de tranquilidad, tiempo, pausas y disfrute. Parte de la satisfacción al comer procede de masticar. Por eso nos gustan los alimentos crujientes, y por eso no convertimos las comidas en papillas o purés. Masticar es clave. Experimenta por ti mismo. Mastica hasta fraccionar bien tu bocado y mézclalo con las enzimas que contiene tu saliva. Al comer despacio, los nutrientes comienzan a absorberse antes, ya en la boca y las señales químicas de satisfacción ocurren mas pronto.
2.Ingiere la cantidad adecuada: Los maestros Zen recomiendan comer hasta que te sientas lleno en dos terceras partes. Los habitantes de Okinawa, los más longevos del planeta, llaman a esta práctica hará no hachi bu, lo que significa: “ocho partes del estómago lleno”. Un proverbio japonés dice que ocho partes de un estómago lleno mantienen a una persona; las otras dos mantienen al médico. Significa que nunca hay que comer hasta llenarse, hay que dejar una parte del estómago vacío. Para comer la cantidad adecuada es preciso observar detenidamente los alimentos y emplear platos más pequeños para servir tus raciones. Es muy frecuente comer cuando es hora de hacerlo, cuando hay comida frente a nosotros o en respuesta a emociones como enojo, euforia, ansiedad, depresión, o simple aburrimiento. Aunque parezca algo absurdo, si se tienen más conocimientos  sobre los alimentos, –en el caso de las personas que están permanentemente a dieta-, el problema de la sobre in gesta puede hacerse más marcado ya que al tener en cuenta solo el conocimiento externo solemos desconectarnos de la consciencia y sabiduría de nuestro organismo. En un mundo repleto de alimentos sabrosos y calóricos, hemos olvidado cómo es comer cuando tenemos hambre y parar de comer cuando hemos comido suficiente.
3.Ten en cuenta la ecuación energética: Si queremos bajar de peso, hay dos formas eficaces de conseguirlo. Hemos de disminuir la entrada de energía en el cuerpo o aumentar su gasto. La energía entra por nuestra boca con la in gesta de alimentos, sobre todo si son alimentos ricos en calorías como las grasas, los dulces y las bebidas alcohólicas; y sale cuando: mantenemos actividad en nuestro cuerpo al movernos (realizar deporte activo o evitar al máximo el uso del auto o los ascensores para desplazarnos), conservamos un adecuado metabolismo (corrección de problemas en la glándula tiroides, por ejemplo) y a través de la llamada pérdida insensible que incluye esa energía que se pierde cuando espiramos aire caliente, al excretar la orina, cuando tiritamos de frío para calentar nuestro cuerpo y cuando tenemos fiebre. La ecuación energética  también dice que solemos ganar peso al hacernos mayores. Nos movemos más despacio, somos más sedentarios, aunque muchos seguimos creyendo que necesitamos las mismas cantidades de comida, es decir, lo mismo que consumíamos cuando éramos adolescentes. Eso es un error  puede llevarnos al sobrepeso.
4.Sustitución consciente: En la mente suelen anidarse varias voces a la vez . Una voz puede hacerte pensar: “¡Quiero chocolate con nueces! ¡He trabajado todo el día y merezco una recompensa! Y sé que en la tienda de la esquina venden unos chocolates deliciosos”. Luego aparece otra voz que te grita: “¿Ya miraste tu panza? ¡Pareces  un cerdito¡ ¡Olvídate de los chocolates de una vez por todas!. En primer lugar, la Dra. Chozen nos invita a ser conscientes de esas voces, y a buscar alternativas saludables a través de una recompensa sustituto ria. Cuando le ofrecemos a la voz hambrienta una manzana al horno con un poco de canela, en lugar de una chocolatina repleta de nueces y crema, estamos empleando una práctica esencial de comer atentos. Aquí estamos empleando la sustitución consciente. La cuestión es ocuparnos de nosotros mismos, sin reñir nos  y sin perder de vista lo que es saludable. 
5.Ojos que no ven, mente que no siente: Las personas comen mucho más si se  sirven unas raciones enormes o si se dejan bandejas en la mesa que permiten que se repitan los deliciosos alimentos que se tienen al frente. Servir dentro de la cocina las porciones individuales de alimentos, utilizando platos pequeños es una buena opción para comer de manera equilibrada. Se recomienda que no compremos golosinas irresistibles para mantenerlas al alcance de la mano, ni litros de helado para mantener en la nevera. Si tenemos la tentación de un paquete de golosinas, lo tenemos justo frente a nosotros y estamos tensos o necesitamos de alguna recompensa, terminaremos comiéndonos todo el paquete. Hay que tener cuidado con esos arrebatos de alimentos favoritos, y evitar que nos atormenten. Esto ocurre si los mantenemos cerca de nosotros a sabiendas que nos producen un desequilibrio en la alimentación. Se recomienda realizar la compra de los alimentos en un momento en que no experimentemos hambre y no detenernos en las secciones de licores o golosinas. La práctica de ojos que no ven, mente que no siente, funciona porque cualquier cosa que no reforzamos termina perdiendo su fuerza.
6.Benevolencia y crítica interior: Cuando nuestra relación con la comida y el comer está desequilibrada, es fácil verse derrotados por emociones negativas. Podemos sentir rabia al ver nuestro cuerpo en el espejo, envidia de esas personas que comen todo lo que quieran sin engordar, o frustración con nosotros mismos por nuestra incapacidad de comer en forma racional y saludable. La meditación a muchos les ayuda a calmar y serenar la mente. Al hacer una buena escucha interior podemos descubrir un trió de voces que suelen arruinar muchos momentos de nuestras vidas (voz perfeccionar interior, voz del incitador interior, voz del crítico interior). Una adecuada meditación nos puede llevar a controlar dichas voces interiores y a mirarnos con benevolencia para transformar nuestra lucha cotidiana con la comida, renovar nuestro sentido del placer, así como nuestra satisfacción con la alimentación.
En nuestro encuentro con la alimentación saludable es imprescindible reflexionar acerca de la posibilidad de sintonizar nos con la sabiduría de nuestro cuerpo y nuestra mente para conseguir el anhelado equilibrio.
MUJERES GANADORAS

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